viernes, 6 de marzo de 2009

La revolución "libertadora" y la masonería

Hace unos dias los compatriotas de la agrupación nacionalista aurora nos hizo llegar via mail un interesnate informe sobre el reconocimiento de la masoneria por parte del estado argentino.
Este nos parecio interesante por el hecho de que a partir de la autodenominada "revolucion libertadora" la masoneria comenzaria a tomar un impulso extraordinario.
Es sabido que historicamente el nacionalismo argentino se a encontrado dividido en cuanto asu posición con respecto al peronismo, si bien no tenemos nada contra los sectores antiperonistas del nacionalismo y a que a nosotros no nos interesa lo que piensen del pasado sino lo que queremos para el futuro, nos parece que estaria bueno que este sector vea cuales fueron los enemigos del peronismo y reflexionen si no era preferible apoyar a Peron con sus aciertos y sus errores, en vez de ese contubernio de masones, conservadores, liberales, "democratas", comunistas y socialistas que lo derrocaron.

Respuesta Nacionalista




A partir del año 1955 el movimiento masónico en Hispanoamérica toma un vigor inusitado. Existe un plan de vastos alcances. Es para adueñarse del poder social, político, económico y militar de las dependencias de servicio (los virreinatos del África Blanca). Y comenzaron por aquí, por el del Río de la Plata que, como siempre, es el conejillo de indias de los planes pilotos que fabrica e implementa la Patronal. Pero veámoslo mejor en esta secuencia cronológica que, con devoto cariño, he preparado:

23 de septiembre de 1955, Lonardi se instala como Jefe de la Involución Libertadora y pronuncia su Discurso-Programa de la Revolución Libertadora: allí se condensa, todo lo que no habría de hacer porque no quiso, no lo dejaron o porque antes lo echaron sin asco. Al cumplirse el 25° aniversario de este golpe de estado el Almirante Rojas explicó claramente, en su discurso pronunciado en el acto central llevado a cabo en Córdoba, que Aramburu y él no tenían ni tuvieron nada que ver con Lonardi, “ni pueden identificarse por ser antitéticos.” (Véase esta barbaridad en Marta Lonardi, Mi padre y la revolución del 55, Epílogo, pág. 303, Ed. Cuenca del Plata, Bs. As., 2 de octubre de 1980).

04 de octubre de 1955, un encumbrado cofrade de la masonería argentina le escribe a su jefe Fabián Onsari, residente a la sazón en Nueva York donde se encontraba recibiendo directivas, una curiosa carta que dice: “La Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana, hizo un trabajo magnífico”, refiriéndose a la contribución hecha por la Iglesia para la caída de Perón. A esto no lo digo yo, varias veces tildado de fascista y de agente de la CIA. No. Lo dice un sacerdote ultra ortodoxo y antiperonista: el Padre Alberto J. Triana (Historia de la Masonería, pág. 324, Ed. Dedu, Buenos Aires, 11 de febrero de 1960. Aclaro: hay una edición de 1957 y otra de 1959).

07 de noviembre de 1955, Lonardi aprueba los Estatutos de la Masonería Argentina. Los católicos de aquel entonces dijeron que fue un error que le hicieron cometer al catolicísimo de don Ernesto. Pero cuando éste, supuestamente, se dio cuenta del fraude, no se enmendó ni nada parecido. Ni lo echó a su Ministro del Interior, el masón Busso que lo hizo meter la pata, ni su cofrade, el marxista y ácrata Muñiz (íntimo también de Lonardi) que entregó diarios, revistas, radios, escuelas, cooperativas y universidades a la pléyade bolchevique, porque decía estaban en manos de fascistas). Y los Estatutos entraron a regir hasta el día de hoy. Ninguno de los que vinieron le quisieron poner el cascabel a este gato por miedo de que se los coma crudos y sin aderezos.

13 de noviembre de 1955, después de la vergonzosa noche del 12 al 13 de noviembre y luego del veredicto dado por la Junta Consultiva sobre la persona de Lonardi, presidida por la británica Alicia Moreau de Justo, que votó la defenestración del Presidente (según lo cuenta Marta y Ernesto Lonardi en sendos libros), se instala el gobierno presidido por Aramburu y Rojas, ambos Grandes Maestres masones del Grado 33° en el REAAM.

17 de noviembre de 1955, La Masonería pide se reconozca su personería jurídica.

14 de diciembre de 1955, se otorga la Personería Jurídica a la Masonería Argentina con las firmas de Aramburu y de su ministro Laureano Landaburu.

15 de diciembre de 1955, Jordán Bruno Genta publica el que después será un clásico: ¿Democracia Cristiana o Masónica? Este antecedente es valioso. Porque Genta fue partidario de la Revolución Libertadora. Pero era un hombre honesto y un cristiano cabal. En dos meses ya había descubierto que la Revolución era una Involución.

23 de marzo de 1956, el Presidente Aramburu escribía un documento “comprometiendo su honor” a destruir “todos los vestigios de totalitarismo para restablecer el imperio de la moral, la justicia, del derecho, de la libertad y de la democracia”. Unos 106 días después de este “compromiso de honor”, haría fusilar a 33 personas sin causa formal ni debido proceso.

27 de julio de 1956, explota una bomba en el Templo Masónico de la calle Cangallo 1242. El Gran Secretario Alcibíades Lappas lo comunica a la afligida Gran Logia de Méjico con estas palabras: “Eso (la bomba) nos indica que estamos en la buena senda y debemos persistir.”

30 de julio de 1956, aparece el segundo trabajo de Jordán B. Genta intitulado La masonería y el comunismo en la revolución del 16 de septiembre de 1955 que, en verdad, no deja títere con cabeza.

30 de agosto de 1956, para trabajar juntos “en la gran Obra” se suscribe un acuerdo entre la Gran Logia Argentina y el Gran Oriente Federal (GOFA), se hacen mutuas concesiones para unir la Gran Familia Masónica, ya en perfecto acuerdo con la Gran Logia Unida de Inglaterra.

12 al 14 de octubre de 1956, en Concepción, Chile, tiene lugar la Segunda Convención Nacional de la Asociación de Centros Femeninos de la masonería, a la que concurre una delegación argentina de señoras. Casualmente entre las enlistadas encontramos a la señora Mirtha Legrand, que un año atrás se quejaba de haber sido perseguida por el Régimen Depuesto porque no se quiso poner el luto por Evita. ¿Se acordará de esto doña Mirtha? Porque están los diarios y las revistas que la pueden ayudar en su desmemoria senil.

12 de diciembre de 1956, el Gran Oriente Federal Argentino (GOFA) ofrece un banquete fenomenal a la Gran Logia Argentina para sellar “fraternalmente” esta unión que quedó homologada definitivamente en 1957.

10 de diciembre de 1956, tiene lugar en La Habana, Cuba (Batista era el Presidente de Cuba y ya llevaba 30 años de masón), la Séptima Conferencia Internacional de los Supremos Consejos del Rito Escocés de Antiguos y Aceptados Masones (REAAM). Concurren 18 países; no acuden 7 pero envías delegados, entre ellos Argentina por la muerte del Gran Comendador Fabián Onsari que mandó a un jovencito llamado Ernesto Sábato, alias Nunca Más y antes invitado a las comilonas de mediodía con el dictador Videla; 4 asistieron como oyentes por no haber sido reconocidos formalmente por la Gran Logia de Inglaterra y 3 enviaron sus representantes (entre ellos la República Española en el exilio). Al finalizar se determinó que la próxima Conferencia se realizaría en 1961. Casualmente en ese año quedaría finiquitado el tema Frondizi y se iniciaría el de los cohetes de Nokita Kruschev. Una casualidad.

15 de diciembre de 1956, Jordán Bruno Genta publica la primera parte de En defensa de la Ley y de la Patria. Evidentemente Genta les había declarado la guerra.

23 de abril de 1957, en la Tenida de “Confraternidad Masónica”, declarada en Asamblea, se cumple la incorporación definitiva del GOFA a la Gran Logia de la Masonería Argentina.

20 de diciembre de 1957, Jordán B. Genta publica la segunda parte de En Defensa de la Ley y de la Patria. Con este trabajo Genta termina de desnudar a los septembrinos de 1955. Pero no es el único que los denuncia; también lo hicieron Antonio Castro, Fermín Chávez, Atilio García Mellid, Federico Ibarguren, Julio Meinvielle, Carlos D. Viale, Hugo Wast, José María Rosa, Pedro de Paoli, etc.

14 al 20 de abril de 1958, en Chile se realiza la Cuarta Conferencia Interamericana de la Masonería, bajo la Presidencia del Gran Maestre de la Masonería chilena, Aristóteles Berlendis Sturla, bajo la Observancia de las Grandes Logias de Inglaterra y los EE. UU. Argentina estuvo representada por su Gran Maestre Agustín Álvarez (que se suicidaría 60 días después).

17 de junio de 1958, se suicida el Gran Maestre de la Gran Logia Argentina, Agustín Álvarez, degollándose con una tijera que su señora usaba para hacerse los vestidos. Antes de morir había dicho que su muerte no ocasionaría perjuicios a la secta, porque “otro era el que empuñaba el mallete”. Pero no dijo quién era ni dónde estaba. Y como don Agustín era la máxima autoridad masónica en el país, pienso que el Malletero Mayor debía residir en el extranjero. ¿Tal vez en Inglaterra, en la persona del Príncipe Consorte y Duque de Edimburgo que la viene manejando desde 1953?

01 de enero de 1959, sale editada la Masonic Guide and Calender (Distrito Sudamérica) de la masonería inglesa. Por ella nos enteramos que en 1951 había 26 logias masónicas inglesas en la Argentina, dependientes directamente de Inglaterra, a cargo del Gran Maestre James William Sharpes. En 1959 estas logias quedaron a cargo del Gran Maestre Reginaldo W. Haxell. La Logia “enlace” era la George Canning “que mancomuna a los hermanos elegidos de una y otra jurisdicción”. En esta Guía aparece la lista de todos los argentinos que servían fielmente a Su Majestad en la logias británicas de 1950 a 1958. ¿Qué papel jugaron estas logias en 1955? ¿Y el 2 de abril de 1982, de qué lado estaban?

28 de febrero de 1959, en una Pastoral el Episcopado Argentino condena a la masonería (esta condena de un Episcopado es, prácticamente, única en el mundo).

08 de marzo de 1959, el Gran Maestre Ian Drysdale publica como respuesta al Episcopado una lista de próceres argentinos que pertenecieron a la masonería. En realidad, de la extensa lista (que después hiciera suya Alcibíades Lappas en su libro La Masonería Argentina a través de sus hombres), solamente se queja un descendiente de Benjamín Gorostiaga acusándolo de mentiroso (en una solicitada en el diario La Nación). El resto no. Parece que don Drysdale tenía razón: decía la verdad. Drysdale también era presidente o integrante de un centenar de empresas (“La Familia Masónica”), que según la Guía de Sociedades Anónimas de 1959 tenían un capital que sobrepasada los 5.000 millones de pesos. El 80% de esta inmensa fortuna, según el mismo documento, se habría hecho a partir de 1956. ¡Qué suerte! Ahora díganme: ¿vale o no vale la pena ser masón? Si tengo ganas de salir a buscar una logia para afiliarme, ¿no le parece? Y usted lector, ¿qué dice que está tan callado?


Fuente: Agrupación aurora.

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